martes, 12 de marzo de 2013

Del frenesí y los cachacos

Hay momentos en la vida en los cuales no se que soy, pero de algo estoy seguro: es todo lo contrario a lo que puede definirse como frenesí. Por momentos me encierro en mis adentros para ponerme de acuerdo conmigo mismo para decidir sobre la emoción que experimentaré , más exactamente es como un cónclave, mucha demora para tan repetitiva y obvia acción. Si lo busco en google me aparecerá la definición como incontrolable y si busco una imagen me aparecerán mujeres mostrando sus senos cual activista de femen. Eso sería algo que me rehusaría a hacer, y aunque soy Mockusiano de convicción no le estaría mostrando mis lunarejas nalgas al mundo para ser escuchado. Ahora, no justifico en mi cachaquez el estado vegetativo que padezco cuando sale mi hermitaño a flote, pero sí considero que la procedencia ayuda, y el mejor escenario para describirlo es un costeño en carnaval de Barranquilla o un opita en San Pedro bailando sanjuanero. ¡Que sabrosura de momentos, que envidia¡, intentaré experimentar lo mismo cuando suene el himno de Bogotá en el festival de teatro o en Rock al parque en instantes de publicidad de tan mediocre alcalde. Me llega por obras del destino la siguiente frase de Nietzsche: ‎"El hombre parece tener más carácter cuando sigue su temperamento que cuando sigue sus principios", por eso es que nos discriminan y nos hacen ver como mamertos, troncos y sin gracia a los de mi región, porque carecemos del temperamento para decir quiénes somos y qué queremos,ya que el multiculturalismo nos dejó sin identidad. En verdad admiro a los artistas, aquellos que no callan su cuerpo, a los que el frenesí los domina por inconformes, deseosos e insasiables. Los suicidas de toda una vida que dicen aquí estoy, me encuentro en compulsión , lleno de adrenalina, tanta que brota por mis poros para contagiar a otros. Experimentaré día y noche para alcanzar la esencia que nos hará insaciables, deseados y dignos de admiración, y con ello dejaré a un lado esas costumbres papales que denotan sinsabor y ataduras constantes, robaré el alma de un artista y me sentiré costeño para bailar sin cansancio el ritmo que me preparó el destino.

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